2020. Un año que nadie olvidará. Terminó nochevieja y todos pensamos que iba a ser un año más. Que ilusos. Mientras unos vacilaban, se mofaban e incluso se reían de la situación, otros sufrían la muerte de un familiar, la consumición en vida de un amigo, la imagen de la desolación.
2020. El numero maldito. Un abrazo se ha convertido en un tabú en los tiempos que corren. Echo de menos observar la cara de la gente al cruzármela en la calle. Los saludos se han vuelto incómodos, incluso fríos. Las despedidas. incompletas. Ahora un beso puede ser pasión, o muerte. El afecto, una ilusión.
2020. Doce meses de desolación. Con este acontecimiento se ha dado a ver la inutilidad del ser humano. Millones de irresponsables son los culpables de la gravedad de la situación. Algunos son conocidos, otros, anónimos. No me meteré en politiqueo, eso ya está obsoleto. La historia se repite, y, a pesar de eso, somos ciegos ante la evidencia. El ser humano es egoísta por naturaleza. Escoge antes su propio placer y diversión al bien de la mayoría. Qué podemos decir, Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza, ¿no?
2020. Mucho dolor en tan solo cuatro números. Dejemos de echar culpas según nuestra ideología. Dejemos atrás las diferencias que tenemos. Nuestro enemigo, nuestro rival, nuestro obstáculo es el mismo. ¿De qué sirve echar las culpas a alguien de esta situación? ¿De verdad pensáis que haciendo eso el virus se irá? Si es así, cada vez tengo más claro que el único ser vivo que puede erradicar la humanidad es el propio ser humano.
2020. Marca de fuego en mi piel. Este año me ha dado algo que no pensaba encontrar. Reflexión. Me he dado cuenta de muchas cosas que a simple vista pasan por alto. Me ha hecho ver, que no todo es lo que parece, que hay algo detrás. Siempre hay que ver el vaso medio lleno, aunque solo llene unos pocos milímetros.
2020. Dejémoslo ahí.
"No hay que temer nada en la vida, solo hay que entenderlo. Ahora es el momento de entender más, para que podamos temer menos."
Marie Curie
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